Silvano Bautista Ibarias.
Al ritmo de “caminos de Michoacán”, entonado por un mariachi contratado para amenizar el evento, el presidente Felipe Calderón arribo a la inauguración del Hospital Chiapas Solidario “Jesús Gilberto Gómez Maza”.
Enfundando en una guayabera blanca fue recibido por unas mil 500 personas, entre médicos, enfermeras, así como invitados que se dieron cita y que fueron instalados en el estacionamiento de este nosocomio, ubicado en el lado norte oriente de la capital chiapaneca, en donde alguna vez se estuvo el cuartel de la Policía Sectorial.
Detrás de él, siempre discreta y elegante, ataviada con un vestido guinda y su tradicional rebozo, su esposa, Margarita Zavala de Calderón, caminaba saludando a su paso a los asistentes, siempre bajo la mirada vigilante de los miembros del Estado Mayor Presidencial. Le acompañaba Isabel Aguilera de Sabines, esposa del gobernador Juan Sabines.
Luego de la develación de la cortina que cubría la placa alusiva a este nosocomio, el mandatario federal y el gobernador chiapaneco recibieron de parte del secretario de salud, James Gómez Montes, la explicación de cada uno de los servicios que se brindarán aquí, 28 especialidades en su totalidad, con capacidad de 250 camas y que tuvo una inversión de mil 100 millones de pesos que fueron aportados por el gobierno federal y estatal.
“Este es un hospitalote, bello, bonito, con cosas casi mágicas”, dijo el presidente Calderón en su discurso cuando se refirió a que éste cuenta con equipos médicos de alta especialidad, con tecnología de vanguardia, de punta, como un aparato que este capaz de romper piedras en los riñones con pulsaciones electromagnéticas sin necesidad de una cirugía o quizá el otro que es capaz de meter por una vena una aguja tan fina y delgada para destapar una arteria atrofiada.
Previo a su llegada, desde las 17 hora cientos de personas comenzaron a llegar al
lugar y poco a poco fueron llenando las más de mil sillas que fueron colocadas en el estacionamiento del hospital. El clima al menos en esta ocasión fue benévolo.
Para ingresar todos y cada uno de los asistentes tuvieron que pasar por los arcos detectores de metales instalados por el Estado Mayor Presidencial.
Dejen en la charola celulares, llaves y monedas, todo lo metálico, instruye una mujer enfundada en un pantalón negro y una guayabera blanca y un discreto aparato de comunicación en su oído, de los llamados “chicharos”, lo que significa que también es parte del Estado Mayor Presidencial, esa instancia militar, rígida, estricta y eficiente encargada de salvaguardar la seguridad del presidente en todos sus actos.
De mientras, a un costado del libramiento norte oriente, efectivos del Ejercito Mexicano y de la Policía Federal Preventiva fuertemente armados también fueron desplazados en las inmediaciones del lugar con el mismo objetivo.
Las filas para entrar son kilométricas, la severidad con que el Estado Mayor
Presidencial controla el ingreso y el flujo de los asistentes demora la entrada de los medios de comunicación, al menos los locales, porque los nacionales, los que integran el llamado “pull de prensa” del presidente no pasan las mismas penurias e ingresan más fácilmente. Incluso hay los consentidos, los de las grandes televisoras nacionales a quienes los militares del Estado Mayor Presidencial le abren el paso para que ingrese fácilmente al lugar asignado a la prensa.
En su discurso el presidente Felipe Calderón hizo un recuento de lo que durante su sexenio se hizo en Chiapas en materia de salud y destacó que por primera vez en su historia Chiapas dejo de ser la entidad más pobre en el país pues así lo demuestran los diversos indicadores en materia de salud, educación y otras inversiones.
Esta es mi última gira, esta noche amigos de Chiapas, como presidente de la Republica, indica mientras es interrumpido por los aplausos de los asistentes, mismos que arreciaron cuando cargo a una menor que le fue salvada la vida por médicos chiapanecos dentro de la modalidad del seguro popular.
El gobernador me venía contando que esta es la gira 29 y si como presidente, pero también me he dado mis escapadas y he venido varias veces más. Pero 29 nunca me parecieron suficientes porque Chiapas merece la atención decidida y permanente del Presidente de la República y por eso vine las veces que pude, si pudiera vendría más veces a Chiapas, sostuvo.
Me voy al terminar como Presidente de la República lleno de gratitud con Chiapas y aunque no pueda venir como Presidente, tengan la certeza que vendré como ciudadano y como amigo de Chiapas. Hoy y siempre tendrán en mí a un amigo, concluyo.
Casi de inmediato bajo del estrado y comenzó a retirarse, al tiempo que los mariachis entonaban “las golondrinas”. En su camino, saludo de mano, de beso a las mujeres hasta abordar su camioneta, escoltada por una patrulla de la PFP.
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