miércoles, 6 de julio de 2011

Clínicas de masaje.

Continúan ganándole la partida al ayuntamiento.
Es el único negocio en crecimiento, mientras otros cierran.
Silvano Bautista Ibarias.
Las salas de masaje, que no son más que claros centros de prostitución, le siguen ganando la partida al Ayuntamiento tuxtleco y mientras otros negocios del primer cuadro cierran sus puertas gol

peados por la crisis, este giro negro se multiplica tanto que ahora se anuncian en los diarios de la localidad proporcionando el domicilio de por lo menos 25 casas de citas.
La crisis económica, el desempleo, la falta de preparación o hasta el divorcio o separación informal de la pareja provocan que el sexoservicio se dispare.
Aunque los reglamentos vigentes facultan a la autoridad municipal para exigir tarjeta sanitaria a los hombres y mujeres que laboran en salas de masaje, la realidad es que este giro negro jamás pocas veces son supervisados, porque los dueños se ponen a mano con la policía, inspectores sanitarios.
Se desconoce si las prostitutas llamadas ahora sexoservidoras que laboran en salas de masaje, orientadas a una clientela de más alto nivel, no están bajo control de detección de enfermedades venéreas y de VIH-Sida.
Los sitios: Table dance, Burdeles, en salas de masaje, en centros de baile, departamentos particulares, por teléfono, a través de anuncio en periódicos, a través de páginas de internet, por correo electrónico, por tarjetas que se reparten y en la vía pública.
Un ejemplo de esto se ubica en la 8ª norte y 2ª poniente, 905. Ahí, en la esquina una casa verde da servicio a los “clientes” las 24 horas del día lo que generado la molestia de vecinos ya que los niños y amas de casa son expuestos a ese tipo de situaciones. Para contratar los servicios de las sexoservidoras, basta con llegar al domicilio y tocar el timbre.
En el lugar, por lo general una joven de entre 25 y 30 años de edad, abre la puerta y después de mirarte de la cabeza a los pies te pide que pases, con la única condición de que apagues tu teléfono celular "por seguridad". Te invita a pasar. Al interior se encuentran mujeres jóvenes vestidas de diminutas prendas. La tarifa, aclara la recepcionista, es de 350 pesos por un servicio que incluye “un masaje, un relax, es decir, sexo oral, y una relación” en un tiempo no máximo de 30 minutos. Si no se requiere el “servicio” se tienen que pagar 50 pesos por haber enseñado a las chicas.
Dentro de la casa hay una sala con una mesa de madera donde se encuentran los teléfonos que ellas mismas contestan para dar informes sobre los servicios que ofrecen. Al fondo de la supuesta casa hay cuartos, divididos entre sí por tablas sobrepuestas, por lo que se escuchan las conversaciones de los clientes y gemidos.
A través de números telefónicos que aparecen en anuncios de periódico se puede hacer contacto con las sexoservidoras. Sin embargo, en ocasiones los “clientes” se llevan sorpresas ya que lo ofertado a través de fotografías en un medio de circulación no corresponde a la realidad y en ocasiones se trata de mujeres cuyas edades oscilan entre35 y 45 años.
El precio puede incrementarse si lo que se busca es una nueva experiencia, es decir, con dos chicas a la vez. Al término del servicio, a algunos se les hace una invitación a regresar con supuestas promociones.
Algunos vecinos comentaron a Péndulo de Chiapas que desde un principio tenían ciertas sospechas sobre las prácticas que ahí se realizan, por el número de hombres, "de todas las edades", que entran y salen del lugar, pero por temor a represalias no lo denuncian.
Un vecino, quien pidió permanecer en el anonimato, comentó: "Uno no es tonto, se da cuenta que ahí pasa algo raro, pero ¿para qué abrimos la boca si los clientes dan con el lugar?.. ¿A poco cree usted que la policía no puede hacerlo

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