**Ciudadano de a pie o sobre ruedas, este tuxtleco busca convertirse en el candidato del PRD a la diputación federal por el Distrito IX. Sin pedigrí político ni padrinos, confía en la fuerza del discurso más que del dinero
Rodrigo Ramón Aquino
Ciudadano de a pie y también de ruedas (desde hace 13 años optó por el medio de transporte ecológico y saludable que hoy parece estar de moda en Chiapas: la bicicleta), el tuxtleco Cándido Suárez Córdoba confía en que el país y el estado viven una coyuntura política que posibilita que miembros de la sociedad civil accedan, como nunca antes, a los puestos de toma de decisiones.
Del Barrio Colón, a unas cuadras del Niño de Atocha y del Parque Flor de Sospó, Cándido busca ser el candidato a la diputación federal del Distrito IX (poniente de Tuxtla) por el Partido de la Revolución Democrática. Un instituto político en el que milita desde hace más de 10 años, pero del cual no ha sido candidato a nada porque se ha dedicado, principalmente, a actividades operativas y de coordinación de campañas en diversos estados del país.
Si lo pensamos bien es prácticamente un desconocido y quizá sea precisamente por ello que tenga alguna oportunidad, porque le apuesta a la conciencia ciudadana:
“Estoy convencido que la clase y los partidos políticos están en crisis debido a ellos mismos. La desconfianza de los ciudadanos en los políticos radica en que siempre son los mismos: los mismos nombres, las mismas familias, los mismos colores. Circulan y circulan de puesto en puesto, su vida a la vista de todos cambia, se enriquecen, les va bien, pero la vida de los ciudadanos que les confiaron su voto cada vez está peor.”
Suárez Córdoba defiende su militancia de izquierda, por la que llama una sencilla razón: entender la política como un medio para buscar un bien social, un bien común. Y su eventual candidatura, en medio de una larga tradición de hacer fila y tener padrinos políticos, por una profunda confianza en la ciudadanía:
“Creo que es posible cambiar esta forma de hacer política de las despensas, de las dádivas, de los espectaculares. De dejar de ver a los políticos como virreyes, o permitirles que se sientan así, como en el Medievo. Tal vez me esté equivocando, pero no me equivoco al decir la realidad de los políticos en México.”
Para el precandidato, dos cosas deben ocurrir para su búsqueda tenga buen puerto. La primera, la acción ciudadana:
“Los problemas no se solucionan con spots, lo problemas hay que enfrentarlos de frente sin temor a la crítica. Si los ciudadanos no cambian la corrupción, la avaricia y el interés personal por resolver las diferencias que existen en la sociedad, todos habremos abonado al fracaso.”
Y dos, que el PRD le apueste a los ciudadanos si quiere sobrevivir a las elecciones. Que deje de pensar que va a recibir apoyo en las urnas si repite las mismas fórmulas:
“El PRD debe voltear a ver a una izquierda social, a una izquierda representada por hombres y mujeres convencidos de un cambio, y debe saber que muchos de estos hombres y mujeres se hayan, precisamente, fuera del partido. Entonces, el partido deberá darse a la tarea de buscar en la sociedad los perfiles que mejor representen los ideales por los cuales fue fundado.”
Este es Cándido y quiere ser candidato, de lograrlo, no lo veremos en espectaculares ni repartiendo despensas ni dinero. Lo veremos como vendedor de puerta en puerta, explicándole a los tuxtlecos y tuxtlecas el proyecto por el cual “su voz llegará al Congreso”. Lo veremos, pues, montado en su bicicleta recorriendo las calles del poniente capitalino, sudando la gota gorda, convenciendo a la gente que el poder está en sus manos y que su responsabilidad es usarlo.
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